domingo, 26 de diciembre de 2010

Desidia

Gallina

Esta es una gallina que preparamos el día 23 de diciembre de 2010, acompañada con palitos de yuca frita.



Dorada en aceite de oliva y cocinada por dos horas con unos dientes de ajo y cebolla sofritos; media copa de vino; pimentón en polvo y pan molido.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Arroz pegao

¡Ah, mi blog! Tiempo sin hacerle un cariñito. Hemos estado en muchas cosas. Ya habrá tiempo de contar.

Por ahora, hoy he podido cocinar otra vez. Me he enfrentado a un arroz pegao, un risoto. Un risotto con hongos.

Aquí está:

lunes, 27 de septiembre de 2010

La autopista del Sur

Desde el domingo en la tarde me he sentido un poco mal. Había ido a votar en la mañana y decidí que me caía bien una siesta. Al levantarme, un poco adolorido por el malestar y por haber prolongado mucho el sueño, descubro un mensaje ya viejo en el teléfono. Me piden una crónica sobre mi experiencia en el acto de votación.

Son las 5:30, el mensaje tiene dos horas y yo ni siquiera tengo grabado el número. Con lo cual no sé quien me escribe, pero tengo mis sospechas. Hay gente que no toma a bien que no tengas su número grabado y yo soy un poco perezoso para hacerlo. Como necesito estar seguro de quién es, no me quiero arriesgar a ofender. Opto por preguntar. ¿A dónde lo envío?

Apenas mando el sms. Busco el correo del pana sospechoso, para verificar rápidamente. También rápidamente obtengo una respuesta inútil,

Hotmailll


No soy muy bueno para esas cosas. Aunque el proveedor coincide con el que yo tengo, veo que debo preguntar. En el último instante me llega la confirmación:

Por si acaso falla (...)
elpanaqueyopensaba@hotmail.com


Ok. He decidido que escribiría la crónica. Comienzo a teclear lo más rápido que puedo. Llega otro mensaje. Me recomienda que explique porqué mi vinculación de la salida a votar con La Autopista des Sur y que le ponga guaguancó al cuento.

Yo había publicado en mi twitter la foto del cuento que leía en la cola para votar. La Autopista del Sur de Cortázar. En realidad había una dosis de azar en la elección. Busqué un libro pequeño, que pudiera guardar en un bolsillo lateral de mi pantalón cuando no lo leyera. Al aparecer este, comenzando por el cuento en cuestión, y recordando mi temor a las colas de los centros de votación, me pareció el ideal.



Luego de escribir con el mayor guaguancó y rapidez posible. Entregué en la hora acordada (+ diez minutos que me perdonaron). Si hubiese sabido que el medio era argentino, MDZ online, hubiese usado un registro más neutro. Pero no lo sabía y así quedó. Lo reproduzco aquí:

btw: ya grabé el número :)


Mundo
26 de Septiembre de 2010 |21:12
La Autopista del Sur
por José Antonio López, en Caracas

Las 10 am. #26s aún no es TT en twitter, pero no voy a esperar más. Me armo de mi cédula, me despido de mi niña y salgo. Quiero salir, pero me detengo.

Un libro, necesito un libro para la cola. Debe ser pequeño y sabroso. Elijo una recopilación de cuentos de Cortázar. Allí está La Autopista del Sur. Me parece muy adecuado para la ocasión. Aún siento escalofríos al recordar la votación del referendo revocatorio de 2004 y sus nueve horas en cola. El cuento me ayudará a pasar el rato.

De nuevo me frustro al llegar a la puerta. Una cachucha, necesito una (mi única) cachucha. La consigo y salgo.

Hay bastante gente en la Av. Perimetral de San Antonio. Siempre me pregunto porqué todos los sanantoñeros la llamamos "perimetral", cuando va por el "medio de la mitad" de este pueblo devorado por urbanizaciones. Hay una cola más o menos en la calle y mucha gente camina por las aceras. Algunos muestran el dedo morao a los conocidos. Otros, sólo vienen con sus bolsas de supermercado. ¿Compras nerviosas atrasadas?

En el trayecto me consigo un amigo. Gente que sólo veo en elecciones. Es una dinámica que se me hace rara, pero así sucede. Hablamos del día, los panas, etc. Todo es rápido. Al final le pregunto si tardó mucho en la cola (mi mayor preocupación). Me dice que no. Cuando somos más específicos, descubro que no vota en mi centro, sino en el de enfrente. Sigo.

Llego a la cola. Es corta. La recorro hasta su afortunado primer lugar, donde están las listas. Un soldado del Plan República no me deja acercarme hasta las listas. Me dice que no pase. Que haga la cola y al llegar mi turno tendré tiempo de ver la lista antes de entrar al colegio. Me voy tranquilo al final.

La cola fuera transcurrió más rápido que el cuento de Cortázar. He llegado a los primeros lugares y observo como al mismo soldado regresando a todos los que se acercan, como hizo conmigo. Cuando estoy por entrar se arma una discusión entre dos personas que no quieren hacer la cola sin chequearse, porque no saben con certeza si les toca ese centro. La solución, un soldado de mayor rango va con las cédulas a la lista. El señor está. La señora no. Me pregunto cuál es la necesidad de hacer las cosas tan enredadas.

Soy uno de los elegidos y paso. Por si acaso me busco en la lista. Estoy ahí. Me apresuro a recuperar mi lugar en la fila. No hacía falta buscar mi mesa. La inefable captahuellas me lo dice. A mi lado descubro de nuevo a la señora que no estaba en la lista. La han buscado en el sistema y le indican que su centro es el otro. De donde ella venía.

Paso a la cola. Ya no leo mi cuento. Me dedico a observar lo que ocurre.

Pienso varias cosas. Las más recurrentes: ¿porqué los viejitos no son todos como mi papá? ¿Cuándo se van a dar cuenta que estas máquinas de lotería generan un cuello de botella?

Juego con mis llaves. Descubro que tengo una herramienta-llave en el llavero. Qué bolas, pienso. Recuerdo unas elecciones en los 90' en que tuve que dejar todo lo que traía en los bolsillos en un lugar reservado antes de entrar a mi mesa. Qué bien que eso haya cambiado. Pegamos una. Observo una señora con un gigantesco bolso pasando a votar.

He llegado a la máquina. Me lucí diciendo que sabía cómo votar. Yo siempre voto. Voté en las parlamentarias pasadas y en todas. También me lucí votando. Soy un experto. Mi dedo está morado. Salgo del centro a la calle asoleada.

miércoles, 25 de agosto de 2010

La sopaipilla cuadrada

Desde hace tiempo llevo conociendo detalles encantadores de la cocina chilena. El pastel de choclo y las sopaipillas figuran como mis favoritos. Contando los que puedo probar con regularidad en estas tierras, claro está.

Además, las sopaipillas son fáciles de hacer. Se cocina auyama hasta que esté blanda. Se hace un puré. Se agrega un poco de sal y matequilla. Se usa el puré como elemento líquido para amasar suficiente cantidad de harina leudante. Se aplana, se pincha y se fríe.

Yo le he puesto bicarbonato a la masa y el resultado ha sido explosivo.

Como no soy muy detallista, las he hecho cuadradas (rectangulares), o más bien irregulares. Y como no me gustan las cosas masuas, las he hecho delgadas, muuuy delgadas.

Así se ve mi interpretación:





lunes, 15 de febrero de 2010

Twitter y tráfico

¿Cómo sacar más provecho a twitter como lugar de consulta de tráfico?

Es un viernes cualquiera de noviembre. Son las seis de la tarde y tengo que ir en carro hasta el Centro Comercial los Chaguaramos. No estoy seguro, en plena temporada de beisbol, tal vez hoy haya un partido Caracas-Magallanes.

La diferencia entre el haber o el no haber puede traducirse en una hora más en mi carro, avanzando 10 metros cada minuto y soportando la impaciencia de los fanáticos, que sólo desean llegar al estacionamiento del estadio. Es un momento en el que quisiera obtener mejor información del twitter.

Twitter tiene un potencial extraordinario para mostrarnos información sobre un tema. Apenas el remitente debe marcar con # la palabra clave de su mensaje. Por ejemplo,

@dad Cola fuerte, sentido este en la #fcofajardo #franciscofajardo

Si no escribe más nada, interpretaremos que la hora corresponde a la del tweet. En caso contrario escribirá la hora:

@dad Cola fuerte sentido este en la #fcofajardo #franciscofajardo 4:30 pm

Si tiene información sobre la causa:

@dad Cola fuerte sentido este en la #fcofajardo #franciscofajardo tostoneros atravesados.

Si considera que alguien quiere saber dónde comprar unos tostones:

@dad Cola fuerte sentido este en la #fcofajardo #franciscofajardo #tostoneros atravesados.

La combinación # (símbolo hash en inglés) + palabra (tag = etiqueta) o un hashtag, permite al sistema encontrar los mensajes marcados con facilidad. Como ha señalado @fpmarin, no es conveniente inventar hashtags con acentos o guiones, tampoco ningún signo de puntuación. Usar una sola palabra es la opción correcta.

¿Cuál palabra usar?

Tanto para marcar como para buscar se recomienda el sentido común. Lo mejor es pensar un poco. Probar varias opciones, ver cual es la más popular y usar esa.

Espero que con el tiempo se consoliden (más aún) listas de hashtags comunes, que permitan estandarizar las búsquedas y la puesta de información.

En este punto pueden ayudar algunas direcciones especializadas. Pueden actuar reenviando la información, agregando el hashtag más conveniente.

Opino que los tweets de tráfico (y temas del tipo acontecimiento local y cotidiano) no deberían ser ReTweet-eados de manera alegre. Ocurre con frecuencia la hacer una búsqueda, que encontramos un solo mensaje repetido una decena de veces, dejando otra información disminuida. Obviamente, la situación cambia si podemos agregar más información u otra etiqueta.

jueves, 11 de febrero de 2010

Historia de la directora de mercadeo

Está un poco cansada. Hoy viene el señor del periódico para lo de la entrevista. Los de los periódicos pueden llegar a ser un fastidio con sus preguntas aleatorias. Sin ningún interés en saber lo que ella piensa. En lo que ella siente relevante. Ellos no saben lo que es relevante, pero lo reconocen cuando lo ven. Piensa que por eso disparan al azar. ¡Qué gran arrogancia! La noticia soy yo, piensa que pensarán.

Su caso es de los peores. Trabaja en una editorial. No es precisamente una fuente de tubazos. Así que espera la llegada de un señor apurado, que preferiría otra asignación, haciendo preguntas sin un plan claro, mirando a través de ella, o simplemente viendo su grabador.

Llega. El tema parece ser el mundo del libro digital. Es que se acaba de lanzar el ipad. Nadie parece recordar que el kindle existe hace algún tiempo ya. Es como si se acabase de inventar la mala costumbre de leer directo de una pantalla. Mientras se inicia la conversación, tiene tiempo de recordar a los de la compañía de la manzana. Esa gente si sabe de mercadeo. Ojalá la contrataran.

La conversación comienza bastante trivial. Va por el camino del libro digital y las editoriales. ¿Cómo están quedando allí?

¿Qué le va a decir? No saben si tienen un modelo de negocio para el mundo digital. Suena mal.

Decide salir del problema de la entrevista aceptando la invitación a hablar de la piratería. Su interlocutor también se ilumina. Claro, la gente se descarga los libros y nosotros tenemos muchas pérdidas.

El discurso del perdedor es justo lo que necesitaba el periódico. Ya no importa la nueva estructura de negocio. Nada servirá por culpa de ellos, ¡bien!

Hablan un poco de números. ¿De qué tamaño es la mordida? Cerca de diez mil títulos en castellano. Existen bibliotecas virtuales que mantienen todos esos libros para la descarga. Hay cosas como obras de los filósofos griegos.

Lo hizo. Le dijo lo de los griegos.

Aun cuando obras tan antiguas son de dominio público, algunas de sus traducciones no lo son. Y sí, a Platón le importan las traducciones.

Como es costumbre, el mundo anglo tiene más estadística. Luego de seguir de cerca el comportamiento de unos mil títulos, una firma especializada habría medido unas diez millones de descargas.

Ahora habla realmente emocionada. Sufre una especie de síndrome de Estocolmo. Colabora con su captor. Agrega que las copias descargadas ilegalmente representan perdidas por una cantidad cercana 10% del mercado. Sólo omite que ese 10% no existe, puesto que los libros descargados no se vendieron nunca y probablemente en condiciones normales, sin la oportunidad de descargarlos, se venderían muy pocos.

Para rematar ahora comenta que se debe agregar más valor. Que la gente no descargará la obra pirata, si se le ofrecen regalos adicionales en el producto.

En realidad ella no cree que sea la mejor idea. Siempre ha pensado que las ganancias son más importantes que la cuota de mercado, pero ya no puede parar.

Termina especulando como una buena edición en papel puede evitar que los libros fotocopiados se sigan vendiendo en las calles de algunos países. De nuevo, como si una mejor edición hará que alguien que gana 500 algos al mes, paga 130 por una habitación y otros 130 por la comida, deje de comprar la fotocopia de 10 algos para comprar el original de 20 algos, sólo para recibir un regalo.

lunes, 1 de febrero de 2010

Afilando cuchillos

Hace una semana llegó al fin la piedra de afilar:


La aventura comenzó tras una búsqueda, hace cerca de un año ya, sobre la técnica correcta para afilar un cuchillo. No, en realidad la aventura comenzó antes, cuando Alejandro Romanelli, mi compañero de oficina durante la primavera boreal del 2007, explicaba en pocas palabras, una chaira no afila. Sólo asienta el filo.

Quedé tan extrañado por aquello, que no acerté a preguntarle como afilaba sus cuchillos para las parrilladas de su Uruguay natal. Y como estaba yo en la búsqueda de unos cuchillos de buena calidad para mi casa, compré una chaira.

Cuando no haya más filo que asentar, ya debo haber resuelto el problema de afilar.

Y así ha sido. En esto de la técnica para afilar un cuchillo, mi profesor favorito es Grocery Guy y su fabuloso corto al respecto, hecho en colaboración con André Sala.

He seguido sus instrucciones lo más fielmente posible. La piedra, comprada en internet. Se moja bien (yo la dejé sumergida un día entero) y se dispone en una superficie firme.


Manteniendo la hoja del cuchillo a un ángulo constante, se desliza por la piedra suavemente, dejando que la piedra y el agua hagan el trabajo.


Nos recuerda, usa unos cuchillos baratos para aprender la técnica. Creo que mejoraré. Hay un detalle que no resolví viendo la clase de este Guy, ¿cómo tratar las curvas del filo? Él afila un cuchillo de borde recto.

A manera de primera solución, decidí comenzar a deslizar desde la punta, cambiando la zona de contacto hoja-piedra al avanzar y manteniendo un dedo como pivote.


Insisto, creo que mejoraré.

sábado, 23 de enero de 2010

La empanada perfecta

Hace ya bastante tiempo queríamos escribir algo sobre las empanadas. La idea, muy simple. Los elementos de una empanada perfecta.

La cosa siempre se torna complicada. Una lista de atributos de la perfección debe ser, a su vez, perfecta. Así estamos jodidos. No se escribe más nada, más nunca.

Si bien, podemos relajar la idea de perfección del trabajo titulando "condiciones necesarias para una empanada perfecta", la lista y el trabajo tras ella seguirá siendo enorme. Además, pensamos que precisiones de ese tipo, aunque la hemos copiado del lenguaje lógico de los matemáticos, nos recuerdan demasiado al lenguaje de los juristas. Y, prejuicio del autor, cuando llegan los abogados; las cosas dejan de ser divertidas.

Así que seremos más relajados. Hablemos de la empanada perfecta de una forma imperfecta y poco exhaustiva. Destacamos tres aspectos básicos:
  1. La masa
  2. El relleno
  3. La temperatura
La masa de una empanada es el primer elemento a considerar. No importa de qué empanada estemos hablando. Para ser tal, debe estar rodeada de masa. En términos generales, la masa debe ser suave pero crocante. Por otro lado, una masa excelente debe ser como ese buen alcalde; que nadie en la ciudad lo recuerda a diario. Precisamente porque la cuidad marcha bien. La masa debe ser breve y no mezclarse con el relleno.

La paradoja de la masa, siendo prácticamente la responsable del producto, su presencia es un casi. Y sin embargo, la calidad de su preparación tiene un peso importante en el valor del producto terminado.

¿Qué vamos a decir del relleno?, obviamente tiene que ser de buena calidad. Consideramos además que los rellenos de humedad intermedia son preferibles a aquellos inaceptablemente secos o demasiado jugosos. El líquido chorreando por el brazo del comensal, o enchumbando la masa y arruinándola a cada mordida; no son elementos de una degustación placentera. Sabemos que no sólo se disfruta la comida con la lengua. También es importante poder comer, ya sea sentados o de pie, sin acabar con las servilletas limpias nuestras y de los vecinos y/o haciendo reverencias para no anegar nuestra ropa.

No debe sorprender que asignemos un rol importante a la temperatura. Una empanada recién salida del horno o la sartén es el peor castigo que se le hace a un hambriento comensal, que desde entonces pasa a convertirse en paciente, esperando dar un mordisco que no ponga en riesgo su integridad física.

O su integridad moral, como le ocurrió a aquel venezolano que luego de sufrir crueles quemaduras a manos de unas hirvientes empanadas chilenas; la emprendería contra ellas, destrozándolas con el servicio antes de comerlas. Los huéspedes, que miraban entre extrañados y divertidos; pensarían, las empanadas no se comen así.