martes, 11 de noviembre de 2008

Horno de leña: pan y pizza con huevas de lisa


Hoy en día, un domingo sí y uno no, cocinan el pan en el horno de leña. Como se hacía antes.

El pan dura aproximadamente las dos semanas, porque lo congelan. Es que tampoco hay que hacerlo todo como
antes.

El día de la horneada ella prepara la masa del pan y él, la leña para hornear. La calentada del horno lleva aproximadamente una hora y hay que tomarla en cuenta en el tiempo de preparación de los panes. Así, con la leña pronta se escuchan los gritos que van y vienen del interior de la casa al horno.

-
¿Enciendo?
-No. Todavía no.

-
¿Enciendo?
-Sí. Enciende.

El fuego comienza a consumir la primera leña, palitos delgados que arden con gran velocidad.

-
Esa es la mejor leña, la que arde bien y calienta rápido las paredes.

Pero no hay suficiente leña delgada, así que al poco tiempo van entrando palos más gruesos. Lentamente, las llamas los rodean, los abrazan y la combustión comienza a avanzar sobre ellos, levantando las llamas.

Es tiempo de tomar una copa y leer el periódico. Adentro, los panes van cogiendo forma y descansando en la tabla que los transportará hasta la boca del horno.

De vez en cuando, la llama va cediendo y una pausa en la lectura sirve para introducir más leña. La temperatura va cambiando el color de los ladrillos que forman la bóveda del horno. La sucesión de colores avanza, cayendo desde el cenit. Primero, rojos; luego, negros y finalmente, blancos.

-Cuando el blanco llegue hasta abajo, el horno está listo.

Cuando el color de la bóveda es el adecuado, retira las brasas y barre el piso. Conoce bien su pequeño horno. Sabe que el calor del piso no quemará el pan, pero la radiación de las paredes sí lo hará. Al principio el pan no deberá estar descubierto.

Dentro de la casa, la masa ha crecido y está lista. Comienza el viaje.

Siempre hay alguna idea de última hora, algún plato más es horneado. Es que calentar el horno da mucho trabajo como para desaprovecharlo, haciendo nada más que el pan.

Por ser una idea de última hora, nunca queda como se esperaba.

-La próxima vez lo hacemos mejor.

Unas huevas de lisa, compradas en la carretera de un viaje anterior, dan la excusa para convertir algo de la masa de uno de esos domingos en una pizza. Así que mientras afuera se calienta el horno, adentro las huevas de lisa, el aceite de oliva, la salsa de tomate, la mozzarella, el orégano, las aceitunas negras, las chistorras, el tomate seco, el pimentón y la cebolla conspiran sobre la masa. Resultado, óptimo.