domingo, 4 de octubre de 2009

Rancho con directv


Este paisaje venezolano no es infrecuente. No por ello lo omitiremos. Podría decirse que ha sido una larga espera hasta que haya aparecido aquí la segunda entrega de Venezuela a 80 km/h.

Primero lo primero. En Venezuela las viviendas autoconstruidas, por la gente más humilde, muchas veces en terrenos robados, se denominan ranchos. Una agrupación de ranchos; un pueblito pobre; una favela, como dirían en otros lados; un "shanty town", como dicen los anglos; se denomina barrio.

Quien va de turista por una ciudad venezolana, siempre debe tener cuidado de no perderse y quedar metido en un barrio. Son lugares peligrosos.

Rancho puede ser sinónimo de miseria y marginalidad económica. Suelen estar en lugares de difícil acceso. El agua corriente y la electricidad no siempre son constantes. Casi siempre son robadas. El gas directo es muy raro y hay donde se llega al extremo de cocinar con leña. Un rancho es un lugar donde la vida es costosa en términos de tiempo y dedicación.

Quien vive en un rancho, en un barrio, es parte de una dinámica comunal a la que es difícil escapar. En los barrios los vecinos forman familias donde todos dependen de uno. Y uno depende de todos. La solidaridad es el concepto clave que muchos coincidirían en rescatar como el valor más alto de la gente del barrio. Así que rancho también puede ser sinónimo de esfuerzo y determinación. Y barrio, de orgullo.

Llevar el rancho (o el barrio) en la cabeza es una expresión despectiva, que puede significar la actitud de una persona que muestra una educación urbana limitada. Es alguien que tira la basura o escupe en el suelo. O alguien incapaz de esperar su turno en una cola.

También lleva el rancho en la cabeza la persona de pobres recursos que privilegia gustos como ropa cara o línea marrón de lujo, frente a necesidades como buena comida o vivienda. En un giro sutil, se puede referir a aquella persona que desperdicia su esfuerzo, haciendo algo que ya está hecho y que no es tan costoso después de todo.

Siempre hay que decir, en defensa de los habitantes del barrio, que el directv es bastante más accesible que una casa. ¡Y cómo puede hacer falta!